A ella acudía el alcalde de Daimiel, Leopoldo Sierra, y varios miembros de la Corporación, junto a más de un centenar de daimieleños que no quisieron perderse esta cita con la historia viva de un pueblo.
Federico ofrecía 20 reales por bailar con Eladia, y ella, como manda la tradición, le correspondía bailando una jotilla y también con alguna que otra sonrisa. Lo mismo hizo Hermenegildo con Úrsula o Fermín y Teresa, y es que en estos bailes los mozos invertían sus ahorros por bailar con las muchachas y así divertirse o quizá encontrar el amor. Pero sobre todo, era un baile con el objetivo claro de recaudar fondos para las ánimas benditas que se destinaban a dedicarles una misa o a colocar velones en su altar.
Entre jotas, manchegas, pujas, chascarrillos y danzas se sucedió esta primera recreación del baile de ánimas, donde se invitó al público a participar del baile y de la diversión al son de la música tradicional.
La puesta en escena era anunciada minutos antes en las calles de Daimiel, donde la cofradía de Los Rotos anunciaba dicho baile al son del tambor y con grandes banderas, ante la sorpresa de muchos vecinos que no sabían el porqué de este singular llamamiento.
La recuperación del Baile de Ánimas comenzó a tomar forma la noche del jueves en el patio del Museo Comarcal con la ponencia del historiador del arte Jesús Sánchez Mantero, quien destacó la necesidad de «poner en valor del baile de ánimas como parte del patrimonio inmaterial y cultural de Daimiel».
Según lo expuesto por Sánchez Mantero, estos bailes de ánimas, también eran conocidos como bailes de puja, porque en ellos los mozos pujaban por bailar con las jóvenes. Se realizaban en Daimiel los días previos al carnaval y eran organizados por Las Concordias, una especie de asociaciones vecinales.
Fuente: latribunadeciudadreal.es
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