Luis Gómez subraya a Cervantes ante el desafío de Avellaneda

El desafío y la corrección, en realidad, y según defendió Gómez, «fue lo que otorgó a Cervantes su gran proyección como autor, porque se vio en la tesitura de tener de apartar el realismo y la verosimilitud y cambiar toda su concepción narrativa, para ofrecer una obra que con más elementos de ficción». Es decir, que del desafío de Avellaneda, Cervantes emergió como un coloso capaz de combinar la invención con la realidad para regalar la segunda parte de su obra cumbre, una parte que el catedrático de la Universidad de Huelva ve, en realidad, «como un tercer Quijote».

«Si atendemos al prólogo de las novelas ejemplares, hacia 1613, Cervantes ya tenía prácticamente terminada la obra que publicaría, la segunda parte del Quijote, pero en 1614 apareció la obra de Avellaneda y tuvo que reescribirla», explicó durante la ponencia Luis Gómez, que relató que ante el reto que suponía el Quijote de Avellaneda «Cervantes logró una obra colosal y de una dimensión desmesurada que no alcanzó en la primera parte, que por sí sola no hubiera alcanzado la categoría que ahora tiene».

Luis Gómez lamentó que para una buena parte de la sociedad española «sigue siendo una obra desconocida pero porque no se lee», e invitó a todo el mundo «a sentarse a leer sin prisa la obra de Cervantes, porque se van a reír mucho y se van a divertir, y cuando terminen serán mejores personas que cuando empezaron a leer el libro».

Las Lecciones Cervantinas continuarán el próximo miércoles, en el Museo del Quijote, a partir de las 20 horas de la mano de Ana Luisa Baquero, de la Universidad e Murcia.

Fuente: latribunadeciudadreal.es

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