La fiesta de la Candelaria y Argamasilla de Alba. Artículo de opinión de Pilar Serrano de Menchén

Pilar Serrrano de Menchén

La fiesta de la Candelaria y Argamasilla de Alba

Según nos dicen los expertos, la antigua fiesta de la Candelaria o de la Luz, que se celebra el 2 de febrero, tuvo su origen en Oriente y, más tarde, ya en el s. VI, se extendió a Occidente. La fiesta es conocida y se celebra con varios nombres: Presentación del Niño Jesús, Purificación de María, Fiesta de la Luz o de las Candelas: de éste último nombre deriva el nombre de Candelaria.

Es una fiesta muy extendida; y en nuestro País se celebra desde la aparición  de la Virgen en Canarias en 1497. Fue el conquistador de Tenerife, Alonso Fernández de Lugo, el primero que ordenó conmemorar esta fiesta haciéndola coincidir con la de la Purificación de la Virgen María. Más tarde, esta advocación mariana sería llevada a varias naciones americanas por medio de los emigrantes canarios en aquellos países.
En el calendario festivo mariano de nuestra provincia esta fiesta es celebrada profusamente; y en cada pueblo hay una peculiaridad o forma diferente de participación; sobre todo eminentemente femenina: llevando las mujeres a hombros la Virgen, agasajando a los vecinos con dulces, comprando la cera que se enciende ese día…

Tristemente en Argamasilla de Alba dejó de celebrarse; pero además de la Candelaria fueron suprimidas: San Sebastián (desde muy antiguo se hacía una procesión y el mismo día se ofrecían “caridades” a los desfavorecidos). San Blas, médico de profesión, es el patrono de las enfermedades de garganta. Este santo es muy venerado en todo el mundo y, en algunos países, Croacia, concretamente en la ciudad de Dubrovnik, la fiesta se celebra desde 1190, y desde 2009 está declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO; san Blas junto a San Antón, son llamados los “santos viejos”. En cuanto a la festividad de San Marcos, 25 de abril, desde hace unos años, la Asociación de Amas de Casa está intentando volverla a celebrar como antiguamente, saliendo al campo “para atarle el rabo al diablo”. Dicho rito, se hacía en tiempos de nuestros abuelos, atando varios tallos de los cereales sembrados, para que el diablo permaneciera atado y no pudiera malograr las cosechas.

Respecto a la celebración de la Candelaria, como se sabe, tenía y tiene connotaciones de la ley mosaica, ya que ese día se conmemora  la purificación de la Virgen María. “Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la Ley de Moisés, lo subieron a Jerusalén para ofrecerlo al Señor”. Quizá por ello los ritos de la festividad son reflejo de la presentación del Niño-Dios en el templo de Jerusalén: “Todo varón primogénito sea consagrado al Señor”.  

Respecto a los ritos que se celebraban en Argamasilla, como en otras localidades, consistía en presentar a los niños recién nacidos en el templo. En este caso las madres portaban una vela, que se encendía con otra que lucía a los pies de la Virgen de la Candelaria; igualmente, con la candela de la Virgen, se prendía una hoguera, previamente bendecida, situada en la puerta de la Iglesia. Una vez que la hoguera ardía, se tenía costumbre de encender velas, lamparillas, candiles, capuchinas u otras luminarias para llevarlas a las casas y, de este modo,  hubiera siempre luz de la Candelaria para proteger a las familias.  Según cuentan los mayores, al igual que en San Antón, la víspera de la fiesta los vecinos también encendían estas luminarias delante de las puertas de las casas. Hogueras que tenían que estar hechas con diferentes tipos de leñas (según los mayores las mejores eran las gavillas de sarmientos) que debían arder muy altas, derechas, mirando al cielo.

En cuanto a la celebración religiosa, el encargado de pagar los gastos era el Ayuntamiento. Constancia hay de lo que decimos en los libros de contabilidad desde 1875. En este caso, el Consistorio pagaba la cera traída para “la Función de la Iglesia que el Ayuntamiento celebra el día de la Candelaria”. Y según colegimos por las notas que decimos, debía encargarse una cantidad importante, porque el cargo suma, en fechas diferentes, siempre en torno a 50 pesetas.  Respecto a las personas que suministraban la cera debían tener abacerías u otro tipo de tiendas; pues se repiten los nombres: Julián Martínez, Manuel Serrano Rubio, Hilario Martínez, Marcelino García, Toribio Alberca, etc.. Tan importantes aportaciones siguieron hasta la Guerra Civil de 1936.

En cuanto a las connotaciones populares de la Fiesta de la Candelaria existen varias; pero nos quedaremos con un dicho popular que dice: “Si la Candelaria implora el invierno está fora. Que implore, que no implore, que deje de implorar, el invierno fora va”.

Publicado en lanzadigital.com el 01/02/2017

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