‘El Progreso’, una de las cooperativas agrícolas más punteras de Castilla-La Mancha, está inmersa en su centenario, una efemérides que celebrará a lo largo del año con un amplio programa de acciones técnicas y divulgativas que darán valor social a una industria que ha alcanzado unos resultados contundentes: 21 millones de euros en volumen de negocio.
La sociedad vinícola y oleícola de Villlarrubia de los Ojos nació un día como hoy, 1 de marzo de 1917, cuando fue inscrita y legalizada en los registros oficiales, tras el acuerdo alcanzado por un grupo de agricultores encabezado por Francisco Fontecha, el primer presidente de la entidad agrícola.
Cesáreo Cabrera, el actual, que ha sucedido a los trece nombres ‘orlados’ de sus directivos, repasa con orgullo el legado de la entidad, que tiene unas modernas instalaciones para sus dos líneas de negocio, 2.300 socios y una plantilla de 30 trabajadores (en campaña contratan a 75).
Se trata de una sociedad emblemática, tanto en la localidad que la acoge, como por sus producciones de vino, y su actividad en el comercio agroalimentario nacional e internacional.
Precisamente, han iniciado el el año del centenario con la constitución de una cooperativa de segundo grado, ‘Vidasol’, al integrarse con la vecina ‘Los Pozos’ de Daimiel, y a la espera de nuevas incorporaciones que les permitan abaratar costes y ser más competitivos en el marco exportador.
Sindicatos agrícolas
Pero ‘El Progreso’ se inició como tal hace 100 años, en un momento, a principios del siglo XX, en el que la Iglesia impulsó los llamados sindicatos agrícolas católicos, a modo de mutualidad de socorro para amparar, en caso de accidente o muerte, las necesidades de las familias de los agricultores.
Inopinadamente, la cooperativa villarrubiera no tomó el nombre de santos, cristos o vírgenes, sino uno que vislumbró el desarrollo que iba a tener, no sin algún bache, cien años después.
Así, la cooperativa nació, según explica Cabrera, con 40 socios y 365 acciones de 1.000 pesetas cada una, un capital social que empezó a tomar cuerpo en 1967 cuando se fusionó con las otras dos que funcionaban en el pueblo, ‘La Manchega’ y ‘La Labradora’, títulos también muy conciliadores para la época de su creación.
Entonces, sus artífices fueron Clemencio del Prado (La Manchega), Agapito Pérez (La Labradora) y José Zamora, (El Progreso). Ya supieron ver la oportunidad de elaborar y comercializar vinos, mostos y aceites con más fortaleza, en contra de los localismos de estos sectores.
Más antigua
Cabrera recuerda que ‘El Progreso’ es la cooperativa más antigua de España no disuelta, de las primeras de Castilla-La Mancha y de las mayores de Europa, una fotografía con mucho futuro, a tenor de los proyectos que tienen a medio plazo: ampliar la embotelladora de vinos y las instalaciones de decantación del aceite.
En plena actividad, la transformación también llegará a sus órganos de gestión, con la inminente incorporación -en la asamblea del próximo domingo- de dos mujeres.
Fuente: lanzadigital.com
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