Calidad del agua
Los datos se han tomado durante los años 2015 y 2016, en los que un equipo de especialistas, formado por Enrique López, Esther Santofimia, José María Ruiz y Miguel Mejías, ha estudiado la calidad de las aguas del parque, según ha dado a conocer el IGME.
Los científicos han analizado tanto las aguas superficiales como las subterráneas y los aportes de aguas residuales depuradas, con el objetivo de determinar las causas de la falta de biodiversidad en Las Tablas de Daimiel.
El análisis de los parámetros físico-químicos de la superficie inundada del parque apunta a una escasa radiación solar en los sectores del humedal con mayor profundidad de la lámina de agua y a una intensa bioturbación del fondo por la actividad biológica de las especies piscícolas invasoras que incrementa la turbidez del agua, que impiden el crecimiento de las especies vegetales acuáticas y la consecuente alteración de la cadena trófica.
Muestreos
El equipo de especialistas, con el apoyo logístico del Organismo Autónomo Parques Nacionales, ha realizado 8 campañas de muestreo durante estos 2 años y ha contado con datos de la Red Especial de Calidad de Aguas Superficiales del Parque, facilitados por la Confederación Hidrográfica del Guadiana.
En las campañas del IGME se han estudiado, desde el punto de vista de la calidad del agua, más de 200 muestras, se han realizado unos 40 perfiles verticales de registro de parámetros físico-químicos de la columna de agua y se ha instalado instrumentación de registro continuo de radiación solar en varios puntos del fondo del humedal.
El objetivo era evaluar la posible contaminación de las aguas, para intentar determinar las causas de la escasa recuperación del ecosistema acuático tras la recuperación hídrica de 2010.
Tradicionalmente, se han apuntado, como causas de esta situación, la contaminación de las aguas por la presencia de compuestos orgánicos y productos fitosanitarios y la recurrencia temporal de episodios de contaminación procedentes de las aguas residuales depuradas.
Vertido en 2014
El IGME ha señalado que “afortunadamente”, desde finales de 2014, en el que hubo un vertido que afectó a las aguas del río Azuer y por el que la Confederación Hidrográfica del Guadiana sancionó al Ayuntamiento de Manzanares, no se han identificado más episodios de contaminación que afecten al Parque.
Por otra parte, las muestras tomadas en los efluentes de las Estaciones de Depuración de Aguas Residuales (EDAR) de Villarrubia de los Ojos y de Daimiel muestran tan sólo en el caso de ésta última, que las concentraciones de fósforo han superado en alguna ocasión los límites admitidos en la legislación.
No obstante, la lámina de agua del humedal ha presentado una notable turbidez en los últimos años, algo menor en época invernal, que no deja penetrar la radiación solar en las zonas más profundas del humedal, a partir de un metro o un metro y medio de profundidad.
Esto dificultaría el crecimiento de la vegetación sumergida, las praderas de carófitos características de Las Tablas, que suponen el sustento básico de las aves migratorias.
En las zonas más someras del humedal sí llega suficiente radiación solar, pero han asegurado que “la realidad es que tampoco crece la vegetación acuática”.
En estos casos, los investigadores justifican este hecho en la presencia de “peces de tamaño más grande, como la carpa y el carpín, muy abundantes en las Tablas”.
La mayor actividad acuática de los peces coincide con el periodo de germinación y crecimiento de los carófitos, lo que provoca que estos remuevan el sedimento provocando el desenraizar o enterrar los brotes de carófitos, alterando así la cadena trófica y produciendo un considerable descenso de la biodiversidad en el Parque Nacional.
Fuente: Efeverde
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