Según explicó ayer el Jefe de Área de Hidrogeología Aplicada del Departamento de Investigación y Prospectiva Geocientífica del Igme, Miguel Mejías, este organismo está llevando a cabo trabajos de campo y toma de muestras de agua para analizar la aparición de estos nuevos afloramientos de agua que hace unas semanas se descubrieron en la zona conocida como las tablas del río Gigüela en Villarrubia de los Ojos.
La aparición de estas surgencias se han localizado en una zona que la toponimia local denomina 'Los Ojuelos', que se usaba para nombrar este tipo de manantiales. Mejías indicó que hasta que se complete tanto el trabajo de campo como el trabajo posterior de gabinete en el que se analicen los datos que ha recabado no se puede concluir científicamente a qué se deben estos nuevos afloramientos, si bien explicó que su impresión, obtenida «en un recorrido de viso» y con unos primeros datos, es que existen cuatro puntos de aparición de surgencias de agua subterránea en la zona conocida como 'Los Ojuelos'.
Para el hidrogeólogo del Igme, estos manantiales aparecen en depresiones del terreno que han sido profundizadas artificialmente entre uno y tres metros, con lo cual se favorece que, en un momento en el que todavía el nivel freático está alto, se corte la topografía, favoreciendo que aparezcan encharcamientos aislados y puntuales, que no producen escorrentía.
«Las primeras medidas que hemos tomado parece que corresponden al nivel freático regional procedente del acuífero de las calizas del Plioceno de la masa de agua Mancha Occidental I», manifestó. En este sentido, advirtió de que en la masa de agua Mancha Occidental I drena todo el Acuífero 23 y, aunque en la zona más oeste de este acuífero se está produciendo el descenso del nivel freático dada su enorme inercia hidrogeológica, todavía se producen descargas de agua en los sitios más bajo de salida, que es el entorno del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel.
Mejías, que señaló que hay que ser muy prudentes con todos los datos hasta que en las próximas semanas se elabore un informe definitivo, remarcó que queda por comprobar que se trata del acuífero regional y para ello están a la espera de ver los resultados de los análisis químicos para comprobar que ese agua «no es agua extraña, sino que ha estado circulando».
Indicó, finalmente, que la aparición de estos afloramientos no significa que el Acuífero 23 siga recuperándose y ha señalado que hay que ser cautos, porque el nivel medio de este acuífero ha descendido entorno a un metro en el último año.
Fuente: latribunadeciudadreal.es
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