Marín indicó que el espectáculo hace que los niños y niñas se sientan partícipes del mismo y vean «que en el mundo caben todas las culturas, al igual que en el flamenco». Añadió que la música es un medio fantástico para poder expresar la convivencia e interculturalidad.
Esa interculturalidad es puesta de manifiesto con los integrantes de la compañía, comenzando con la directora, italiana de nacimiento y española de adopción, continuando con los bailaores, madrileños y catalanes, junto a la raza gitana de la cantaora y el percusionista, y finalizando con la mezcla de culturas del guitarrista. Madre colombiana, padre palestino, nacido en Alemania y residente actualmente en Madrid.
La pasión desbordada por este arte se mostró en cada uno de los componentes de la compañía Flamenco Vive. Intentaron que durante una hora, grandes y pequeños se introdujeran en ella. Para ello, durante el transcurso del montaje se alternaron sencillas y didácticas explicaciones con temas musicales interpretados por la compañía.
También, el título del montaje Flamenco en cuatros estaciones sirvió para que la compañía Flamenco Vive introdujera al público en esta expresión artística. Así las cosas, los palos más tristes y melancólicos se asociaron al otoño e invierno, mientras que los alegres y festivos sirvieron para la primavera y verano. Para ello, tanto el escenario, como los cantes y los ritmos fueron cambiando a medida que llegaba cada estación, utilizando un árbol con flores, frutas o sin hojas junto a muñecos de madera.
Otro de los objetivos conseguidos con el montaje Flamenco en cuatro estaciones fueron quitar tópicos sobre el flamenco. Silvia Marín destacó la labor de investigación y elaboración que lleva a cabo para crear un espectáculo como el representado en Manzanares.
Cabe destacar que durante todo el montaje, grandes y pequeños participaron en él, subiendo al escenario y conociendo los palos, ritmos y el compás del flamenco.
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