De México a Alhambra: Reflexiones al atardecer

Ya en otras ocasiones les he contado mi convivencia con don Alfonso Quijano, verdadero nombre de Don Quijote, lo describe don Miguel de Cervantes Saavedra, en su clásica obra.

 

En la escuela primaria de mi pueblo Matamoros de La Laguna Coahuila. Las clases que más me interesaban eran Historia Universal, Historia de México, Dibujo y estas clases nos las impartió el maestro de grata memoria Don Manuel Cueto Nicanor. Siempre lo admiré por ser un gran dibujante y pintor.

Al terminar mi primaria y al entregarme el maestro Cueto Nicanor mi certificado del final de mi primaria, adjunto me obsequió dos tomos del ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha: → → Léelo, sé que te gustará.→ Lo he leído en tres ocasiones desde hace 69 años y siempre al principiar, parece que nunca lo hubiera leído, además me ha inspirado, y he pintado más de 50, dibujos, acuarelas y óleos, que un poco menos de la mitad guarda mi esposa, el resto están en manos de coleccionistas de América, Europa y Oriente.

Hoy que en este viaje me acompaña, Irene, mi esposa y le he prometido que recorreremos la ruta, que Don Miguel de Cervantes Saavedra, narra en su novela de Don Quijote. Como vamos por la Mancha a visitar a nuestros amigos de Alhambra, Ciudad Real.

Nunca olvidaré sus primeras letras de la obra, en un lugar de...

De ahí a Aranjuez, Toledo y adentrarnos a la Mancha, Argamasilla de Alba, población linda y pequeña de buen vecindario adornada con varias alamedas, su terreno es llano y fértil regado por el Guadiana, calles anchas y rectas como pocos pueblos se ven en España.

Así es Argamasilla de Alba, una villa con ayuntamiento junto a Ruidera de Ciudad Real y donde está Puerto Lápice y donde en sus posadas se vende todavía el vino idéntico al que se vendía hace más de 4 siglos. Todo esto forma parte de la Mancha nombre como designan a este territorio español. Mancha es palabra árabe que significa tierra seca.

Argamasilla de Alba, es un lugar de cuyo nombre, Don Miguel de Cervantes Saavedra no quiso acordarse, cuando escribió su obra. Puerto Lápice es el sitio donde está la posada en la cual el ingenioso Hidalgo veló sus armas. Ahí fue donde Dulcinea del Tobosa le ciñó la espalda al tiempo de decirle: → → Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en sus lides.

Resuelto el primer misterio planteado por el príncipe de las letras españolas, el glorioso soldado de Lepanto, Don Miguel de Cervantes Saavedra, conviene preguntarse por qué no quería acordarse del nombre de ese lugar si, como se dijo al principio, se trata de una población linda y pequeña de buen vecindario.

Algo no grato sucedió sin duda al originario de Alcalá de Henares, siendo probable que haya sufrido las vergüenzas de un lance poco afortunado. Lo cierto es que los más coinciden en decir que en Argamasilla de Alba no había cárcel a la que debería parar el más tarde renombrado escritor.

La razón de su presidio no está clara, se aventura el enojo de algunos hombres, todos ellos familiares de una dama, a la que Cervantes halagó de modo y manera que los varones se sintieron ofendidos y obligados a lavar su honor; otros suponen que todo se debió a simples deudas, tan molestas como permanentes, y que los acreedores de Cervantes hostigándolo por todas partes, lo prendieron en Argamasilla de Alba, llevándolo preso a la casa de un tal Medrano, pues cárcel como se dijo no había.

El rescate habría de partir de un tío suyo, don Juan Bernabé de Saavedra, quien condolido por la suerte de uno de los suyos acudió en auxilio, pues a petición del preso se enteró de que luengos días y menguadas noches me fatigan en esta cárcel mejor, diré cavernas".

Pueden tejerse otras historias. Las más probables han quedado anotadas por lo que se refiere al presidio siendo ésta la razón por la cual el escritor no quiso acordarse de Argamasilla de Alba, a pesar de que ahí nació no sólo el caballero andante que daría la vuelta al mundo sino que fue cuna, cosa que Cervantes no supo, de los hombres que a todo trance quieren ser jueces o defensores de cosas que no le atañen es decir los Quijotes que todavía existen.

Quiero en pocas líneas agradecer a que fue un gran amigo, Francisco Chaparro Garrido, nativo de Alhambra cercano a Ruidera que es el corazón de la Mancha. Que falleció ahí en Alhambra hace casi 13 años. Él y un sobrino en su coche nos llevó a todos los lugares que describe Cervantes en su Quijote.

También recuerdo con gran cariño y respeto a mi maestro Manuel Cueto Nicanor, que con su regalo me familiarizo con el Quijote y en cada punto que visitamos siempre lo recordaba. Él lo sabe y desde el cielo donde ahora mora se ha de sonreír... ASÍ ERA CUETO NICANOR.

LA MANCHA, ESPAÑA AÑO 2009.

Manuel Muñoz Olivares

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